Tsunami en el Sahara








Se prende la chispa

Un joven de 26 años, licenciado en informática y desocupado, como tantos jóvenes universitarios del mundo árabe, vendía frutas y verduras en un puesto callejero en una olvidada ciudad tunecina llamada Sidi Bouzid, cuando una inspectora le pide su habilitación como vendedor. No la tiene, la inspectora le pide a cambio una coima, el joven se niega. Viene la policía, explica la situación, lo abofetean, le tiran el carro con verduras. Ese día va al municipio, no lo escuchan, entonces el licenciado en informática devenido a verdulero compra un bidón de gasolina y en frente del sordo municipio se prende fuego. Sus familiares han grabado en sus celulares esta tragedia, y la difunden. La siempre reaccionaria población de Sidi Bouzid ahora se descubre rebelde, y comienza una movilización que en el correr de un mes se convertirá en una revolución que derrocará al presidente que lleva 30 años en el poder y se extenderá a Egipto. El joven que encendió la chispa se llama Mohamed Bouazizi y el incendio ahora devora a todo el mundo árabe, y nadie podrá extinguir ese fuego, y Mohamed Bouazizi con su sacrificio mártir ha entrado para siempre en nuestras vidas dando inició a uno de los más grandes acontecimientos de toda la historia humana.

El mártir para los árabes

Para muchos de nosotros acaso Bouazizi sea un suicida, pero para el mundo árabe y para todo el mundo semita, del cual se origina Jesucristo, un mártir es aquel que da la vida por los demás. Bouazizi no es un suicida, es un hombre que se sacrifica a sí mismo para despertar a los demás, es el grano que debe morir para que nazca el trigo. Es el mejor de todos ellos. Un hombre prendiéndose fuego despierta su dignidad. Si él se sacrificó no me quedaré encerrado en mi casa. No hay ningún símbolo que iguale en poder de sugestión. El mártir golpea la conciencia de cada uno.
La primera medida del gobierno tunecino fue distribuir extintores para evitar estos llamamientos a la insurrección. Lo mismo hizo el gobierno egipcio. En otros países del norte africano nuevos mártires se inmolaron para despertar a sus pueblos. Una mujer que amenazó a tirarse con sus hijos sobre los cables de alta tensión generó un apagón en toda la ciudad. Pero los gobiernos, en esta crisis, como en toda crisis insurreccional, han actuado tarde y mal. La chispa ya fue activada y son los propios regímenes los que han acumulado año tras año un material más inflamable que el petróleo.

Los efectos del mundo globalizado

No es la primera vez que alguien se inmola en el mundo árabe, pero es la primera vez que alguien lo graba en su celular y lo coloca en youtube y facebook. He ahí la gran diferencia. El 35% de la población tunecina tiene acceso a Internet. Apenas los disturbios tomaron cierta entidad, el gobierno anuló Internet y los teléfonos celulares. Pero los propios jóvenes desocupados, los mismos licenciados en informática devenidos a verduleros, restablecieron Internet y llamaron a otros hackers del mundo a que bloquearan las páginas web del gobierno. Y la solidaridad internacional actuó y el gobierno perdió otra batalla. Los celulares, un objeto para que en el mundo occidental mucho más gente se pueda comunicar para no decir nada, se han convertido en esta revolución en una herramienta de lucha. El celular permite convocar a la gente y convierte a cada manifestante en un periodista que envía fotos y videos al mundo entero. Un periodista tunecino salido de la cárcel, al volver a su pueblo natal sólo necesitó decirles a los jóvenes que le trajeran las fotos que sacaban. Así se hizo el periódico que informó al mundo de su rebelión, con decenas de jóvenes convertidos en periodistas gracias al desarrollo tecnológico, gracias a esta especie de socialismo de la tecnología. No cuesta nada tener una cámara de video. Todos tenemos una cámara de video en el bolsillo. No hay censura que pueda contra eso. Ya no hay posibilidad para ese tipo de censura. El mundo árabe ha sido abarrotado con celulares, computadoras, televisores e Internet. Una cadena satelital, Al Jazzera, llega a todos. En facebook y twitter se forman grupos que llaman a manifestaciones y son tantos que el gobierno olvida siempre alguno por censurar y la información sale a luz. Con una conexión a Internet uno puede enterarse de lo que quiera apenas se pone a investigar.
La irrupción de la imprenta significó el fin de la dictadura espiritual de la Iglesia. El libro impreso fue el gran desafío del hombre del Renacimiento. Una idea, llevada al papel, podía ser reproducida por millones de ejemplares. En los inicios del siglo XXI el desarrollo de Internet ha venido a ocupar el mismo rol que la imprenta en su momento. Y la revolución en el mundo árabe es sólo el inicio de los cambios que la existencia de Internet generarán en la historia de la humanidad, de tal manera que tendrá una importancia similar al manejo del fuego, el nacimiento de la escritura, y el nacimiento de la imprenta.

El aleteo de la mariposa

Si la temperatura del mundo sube dos grados el equilibrio de presiones atmosféricas estallaría en pedazos y tsunamis y tornados y huracanes azotarían el mundo. Ni hablemos del efecto que generaría en el deshielo de los polos. De igual manera la crisis en el mercado inmobiliario de Estados Unidos, para deshilvanar este tejido por alguna de sus multitudinarias puntas, es responsable de la revolución que estamos viviendo. Cuando los grandes capitales ya no vieron segura la inversión en propiedades tendieron su ávida mirada al mercado de alimentos. Comenzaron a comprar producciones mundiales de soya, arroz, trigo, leche, carne y maíz, pues dedujeron que la gente debe que comer y es una inversión segura. Aparentemente las siete futuras cosechas mundiales de soya ya están vendidas. El Capital, desde su nacimiento, en la revolución agrícola del medioevo europeo, ha tenido una lógica inevitable de concentración. Esa concentración hoy en día ha llevado a un oligopolio en el negocio de los alimentos. Un oligopolio, como todos sabemos, genera el control de los precios dentro de ciertos parámetros. Es este oligopolio el que ha determinado la subida del precio de los alimentos en el mundo y el que ha lanzado de un sólo castañetazo a 44 millones de personas a la pobreza. El precio del arroz se triplicó entre el 2005 y el 2008. El maíz, en el último año subió un 58%, el trigo un 62%, el azúcar un 77%. El índice del precio de los alimentos de la FAO ha llegado al récord desde que se creó en 1990. Hemos superado con 215 puntos los 213,5 puntos de junio del 2008, subida ésta última que había generado revueltas en todo el mundo.
Se compran acciones a futuro, se establece hoy un acuerdo por el cual mañana me venderás tu producción de trigo (hace dos años, en Chicago se negociaba con 30.000 acciones de futuros en trigo al día; hoy se negocian 250.000 por día). Si “algo” pasa mañana y sube el precio, esa subida irá netamente en mi beneficio. Como soy un banco que tiene tentáculos en todo el mundo, e informes de cientos de científicos, y sé bien lo que pasa, apuesto a que las sequías presionen al alza de los precios, y ni que hablar la afluencia de nuevos millones al mercado, provenientes de la India, China, Brasil y otros países emergentes. Así que ahora millones de chinos se largan a consumir, lo que presiona al alza, y como hemos hecho un buen desastre en la tierra y el aire y el agua, y hay sequías en países productores de granos, como China, Australia y Rusia, y como además se consume más ganado que debemos alimentar con granos, y como se vende maíz para el biodisel, en fin, por todos estos factores y varios más, entre los cuales el primordial es la inexistencia de competencia, el oligopolio sube los precios de los alimentos pues en eso están invirtiendo sus billones de dólares. Y sube cada día más superando el récord histórico. Precisamente la crisis en el Magreb ya ha subido el precio de los alimentos, pues apenas iniciados los disturbios, todo Medio Oriente y el Magreb se abastecieron de trigo por las dudas.
El mundo árabe tiene una larga tradición de “revueltas del pan” así como Europa conoció estas revueltas en el medioevo. La gente parece hecha para soportar cualquier cosa, pero cuando ya no tiene pan y agua tiende a insurreccionarse. En la Revolución Rusa la chispa que inició el incendio fue el problema del abastecimiento del pan. Nada más deprimente que volver a tu casa luego de haber pasado el día en una cola para un pan que no te darán. Egipto, el inventor del trigo, para decirlo de alguna manera, toda una civilización basada en el trigo, apenas produce un 40% del trigo que consume. El Estado debe subsidiarlo y el pueblo accede a un 10% del valor en puerto. Cada vez que el FMI obligó a Túnez y Egipto a equilibrar su balanza fiscal (el 65% de los ingresos del Canal de Suez se van al subsidio del trigo) tuvieron disturbios. Apenas se planteó la dificultad de sostener el subsidio al trigo por el aumento de su precio al doble, aunado al aumento del resto de los alimentos, la situación se hizo incontrolable. Aquí el oligopolio fija un precio alto, allá millones de personas que ganan dos dólares diarios y que destinan el 50% por ciento de sus ingresos a la alimentación, se ven arrojados a la extrema pobreza.

Los trabajadores mueven el mundo

Todo lo que nos rodea, exceptuando el aire y el sol, e incluyendo en parte al agua y la tierra, ha sido hecho por un trabajador. Los trabajadores en el mundo dormimos a esta verdad pero las revoluciones vienen de tarde en tarde a despertarnos. Los trabajadores movemos el mundo, pero los grandes medios de comunicación, empresas asociadas también con los oligopolios que manejan los alimentos, la farmacéutica y la industria del armamento, se mueven a diario inundando el mundo con las verdades que inventan y les favorecen. Si los trabajadores hacen una huelga, evitan informar, y cuando rompen el cerco informativo intentan desvirtuarla, y si la huelga pasa al control obrero, si los trabajadores se autogestionan y expulsan a la dirección de la empresa y asumen ellos la dirección, de ninguna manera y jamás será informada esa noticia. Es el GRAN TABU de los medios. Los medios quisieron mostrar estas revoluciones como la Revolución Facebook, como revoluciones pacifistas. Es un bluff. Internet cumple un rol clave, pero lo que informa Internet es lo que pasa en la calle y en los lugares de trabajo. Lo que rompe Internet es este monopolio de la información. Para que un hecho ocurra no sólo es necesario que ocurra, los demás deben enterarse que ocurre. Las valientes huelgas que sucedieron en cada lugar del mundo árabe ahora llegan a todo el mundo árabe, y ahí radica la gran diferencia. Por supuesto, no sabías que había huelgas en el mundo árabe. No sabías que hacen huelgas contra un poder criminal, que los masacra y que vuelven a levantarse en huelga. En el 2008 (año pico de la crisis alimentaria) el pueblo de Redeyef, en la cuenca minera de Gafsa, en Túnez, hizo una huelga de ocho meses contra el gobierno, al cual tuvo en jaque hasta que aplastó la huelga y sus dirigentes fueron apresados y torturados. Hoy día el pueblo de Redeyef echó a las autoridades. La autoridad de Redeyef es el pueblo de Redeyef. El líder de esa revolución es un trabajador del fosfato que tiene un ojo medio inservible por la tortura. En su oficina ni siquiera hay una computadora, pero entra y sale gente y el pueblo se organiza sobre las piernas de la central de trabajadores de Redeyef y el boca a boca suple Internet. Interesante dato ¿verdad? y no es el único pueblo autogestionado, y no es la única fábrica autogestionada. El año pasado en Egipto hubo 479 huelgas políticas. No cuento los reclamos salariales, me refiero a las huelgas contra el poder. Son años y años de huelgas y levantamientos contra el poder, levantamientos que fueron silenciados y que ahora ven la luz pública. Tanto en Túnez como en Egipto la central de trabajadores está absolutamente corrupta. La central defiende el poder. Existe un proceso de recuperación de las centrales que comenzó desde las bases, en las propias fábricas que tendieron horizontalmente su comunicación, y cuando ladearon a la vieja dirigencia, o la apresaron, llamaron desde sus regiones a la Huelga General, y los trabajadores desoyeron el pedido de calma de la dirección de la Central y respondieron al llamado de los sectores liberados de las regiones. Hoy se está reestructurando la Unión General de Trabajadores Tunecinos, que en breve tendrá su congreso reconstituyente, y está naciendo una nueva central en Egipto, la Central Sindical Independiente. Son claves en el proceso. Si ellos se detienen todo se detiene. Son concientes de su poder. Cuando se declaró la Huelga General definitivamente cayó Ben Alí y Mubarak.
El movimiento de los trabajadores tiene un prestigio enorme en estos pueblos pues durante años lucharon, perdieron y volvieron a luchar y ahora acaban de sacar a los títeres que los gobernaban. Quieren pan, libertad, dignidad y democracia. Quieren justicia social. Apenas autogestionan una fábrica publican su contabilidad secreta. Entonces los demás descubren que los ricos estaban aliados al poder corrupto y entre ellos se enriquecían mientras mataban de hambre al pueblo. La indignación crece. La gente discute todo el tiempo de política. Los jóvenes resuelven la seguridad en los barrios. Forman grupos de defensa de la revolución. Se autogestionan pueblos enteros.
Estos países vivieron, décadas atrás, experiencias llamadas dudosamente socialistas. Una cantidad de empresas fueron estatizadas, pero todo eso fue barrido por la actual ola neoliberal. Se privatizaron las empresas, se acabó el subsidio a la agricultura, se impuso la regla de la libertad de mercado pues la competencia capitalista genera la optimización de los productos por el bien de la humanidad. “El interés particular redunda en nuestro beneficio”, dice el FMI. El resultado de esto es la miseria. La desocupación en el norte de África es escandalosa, y se ceba particularmente en los jóvenes (el 65% por ciento de la población egipcia tiene menos de 35 años y la desocupación es de un 30%, en Yemen es de un 35%). Entre los jóvenes arremete contra los que tienen mayor formación pues la industria francesa en Túnez, en su división del trabajo, les destina las secciones de producción que requieren mano de obra menos calificada. Cantidad de productores quedaron en la miseria a causa de la eliminación de barreras proteccionistas como exigía el FMI. Los jóvenes no tienen trabajo, los alimentos suben, el poder alcanza una corrupción inigualable, se abandona a la miseria localidades enteras que en realidad son las productoras de la riqueza de esos países, no dejan hablar, no dejan pensar, les han tomado el pelo, los tratan como a camellos, y los árabes, que el cine de Holywood pretendió hacernos creer que era una masa estúpida que todo el tiempo se arrodilla, son en realidad un pueblo altanero, individualista, muy preocupado de su dignidad. Se sacrifican por los demás, pero a partir de una alta concepción de cada uno de ellos. Ojo con hablarles mal. Ojo con herir su orgullo. Les han tocado en la médula del orgullo y ahora hay que bancar las consecuencias.

¿Revolución o simple cambio de gobierno?

Todo ha cambiado pero todo sigue como está. Siguen los títeres impuestos por los títeres que gobernaron treinta años. Todavía nadie ha tocado al titiritero. Pero no nos apresuremos. La principal característica de una revolución es la irrupción de la gente en la vida política. Todo se discute en Egipto, Túnez, Libia, Marruecos, Argelia, Bahrein, Irán, Irak, Siria, Jordania, Líbano y en todo el mundo árabe. Se generan asambleas espontáneas en las fábricas, en las esquinas, en las panaderías, en los ómnibus. Los viejos esquemas se pulverizan como una gota que cae en una plancha ardiente y comienzan a nacer nuevas formas de pensar. El esquema actual por el cual unos mandan y otros obedecen ha sido puesto en entredicho. Ya no los asusta el miedo al fundamentalismo con que los pretendía mantener a raya el poder, y lo que es mucho mejor, ni siquiera los asusta el terrorismo que aplica el poder que descubre que el piso se quiebra ante el terremoto social. De momento los militares han tomado el poder en Egipto, los mismos militares que defendieron a Mubarak y se opusieron a la revolución hoy dicen ser sus defensores. Los mismos que se opusieron a la revolución en Túnez hoy dicen defenderla. El problema que tienen estos militares es que descubrieron que se ha roto la cadena de mando. No pueden llamar a la masa del ejército a que reprima las manifestaciones pues cuando hicieron este llamado descubrieron que la masa del ejército se pasó al lado del pueblo del cual nace. El 19% de la producción egipcia se hace a través del ejército y estos mismos trabajadores del ejército ya tuvieron sus huelgas en el pasado. Acaba de triunfar una huelga de la fabrica de Hilados y Tejidos en El-Mahalla, que depende del ejército, y que nuclea a 24.000 trabajadores, la empresa más grande de Egipto. Ha logrado un aumento de sueldos del 25% y la destitución del directivo.
Una característica de una revolución no es sólo que los de abajo empujan hacia arriba, sino que los de arriba no tienen ningún recurso para aplastar a los de abajo. Por eso en cierto sentido fueron revoluciones pacíficas. Siguen presos manifestantes, muchos de ellos desaparecidos. Murieron muchos en los enfrentamientos con la policía y en este instante se desconoce el número de muertos en Libia, pero ha sido tan multitudinario, tan democrático el levantamiento en Egipto y Túnez, que redujeron a un número bastante exiguo las bajas. Lo primero que hicieron fue desarmar a los provocadores. Al entrar a la Plaza Tahrir los comités de la plaza cacheaban. Apenas caído el gobierno, el poder apeló al terror. Escuadrones, las milicias, atacaron los barrios y las poblaciones, abrieron las puertas de las cárceles para que escaparan criminales y fundamentalistas, organizaron robos a museos y comercios, pretendieron violar periodistas, pero todas esas medidas se volvieron en su contra. El pueblo que apenas si tenía algunas consignas en común ahora tiene un norte al cual apuntar. Defender la revolución del terrorismo. Las bandas atacaban las poblaciones y ahora en las poblaciones nacen policías de la revolución, igual que en los barrios de las ciudades más importantes. Los jóvenes en los barrios detienen cada ocho cuadras a los vehículos y los revisan a ver si viajan provocadores que buscan desestabilizar la revolución. En Túnez, la noche de la caída de Ben Alí, en los barrios competían a ver quién detenía más autos terroristas. Ganó el barrio de Mouroj con 10 detenciones.
La lucha en estos países se está librando entre el pueblo que comienza a nuclearse por un lado y la élite de los militares por el otro. El objetivo: la masa del ejército. En tanto el pueblo presione, la masa del ejército lo apoyará. El soldado vive a diario la presión de su superior por un lado, y el reclamo de sus hermanos por el otro. De momento la élite del ejército no puede reprimir a todo el ejército. Es otra característica de una situación revolucionaria. Una mujer de 70 años en Egipto lo definió genialmente: “Si Mubarak manda al ejército a reprimir, es el fin de Mubarak. Si Mubarak no manda al ejército a reprimir, es el fin de Mubarak”

La aguja imantada de la brújula

Millones de individuos se lanzan a la vida política. Nacen nuevos partidos y se reestructuran los antiguos. Nace el movimiento de jóvenes 6 de Abril, se reorganiza la Unión General de Trabajadores Tunecinos o nace una nueva central en Egipto, la izquierda tunecina se nuclea en el Frente 14 de enero. Se cita a Lenin, Trotski, Rosa Luxemburgo, Gramsci, al Che Guevara. Intervienen los republicanos, los nasseristas y unos pocos fundamentalistas que nadie escucha. Todo este nuevo afluente no puede ser otra cosa en sus inicios que un caos. En tanto el proceso revolucionario se mantenga, las diferentes ideas que surjan en la sociedad serán contrastadas. En un proceso revolucionario de meses se aprende lo que en circunstancias normales llevaría siglos. Actualmente Egipto y Túnez se debaten en dos ideas. El nuevo poder (el viejo poder) que se ha vestido con el traje de la revolución llama a la calma, como si dijera: “Vuelvan a sus casas que nosotros defenderemos su revolución. Vuelvan a sus trabajos. El caos favorece a la contrarrevolución. Ya llamaremos a elecciones en seis meses o cuando se pueda”. El movimiento insurgente está dividido en dos ideas: los que dicen que deben volver a la normalidad, pues el caos sólo alimentará a la contrarrevolución, y los que advierten que sólo la movilización sacó a los tiranos y que sólo el pueblo movilizado es el garante de la revolución. De momento el poder no ha cumplido con ninguno de los planteos de la revolución: libertad para los presos políticos, eliminación de la ley de emergencia, llamado a elecciones. Apenas si ha abandonado el toque de queda cuando el toque de queda de hecho no existía. Para que el poder se sostenga en el poder no sólo necesita fuerzas que lo respalden, sino también alguien que tome las decisiones apropiadas. Cuando el alto mando del ejército descubrió que la cadena de mando estaba rota y que la permanencia en el poder de Mubarak sólo agregaría más leña al fuego, se reunió el viernes previo a la caída. El viernes es el día clave del mundo árabe, nuestro domingo. De los cinco rezos diarios hay uno que es el más importante, y algunos militares planteaban que debían deponer a Mubarak, y a la hora de ese rezo, cuando todos estaban pendientes, decirle a la población que sus demandas serían cumplidas y que la revolución había triunfado. Pero no lograron ponerse de acuerdo. Mubarak ya estaba grogui (se desmayó dos veces en tanto grababa el discurso). La hora del rezo llegó y perdieron una oportunidad histórica. Ese día había un millón en Plaza Tahrir. Al otro día eran dos millones. La demora en un día puede generar consecuencias desastrosas. Apenas la situación se tornó candente el jefe de la CIA viajó a Egipto. Estados Unidos reconoció que afortunadamente los militares eran dóciles a sus criterios. Kissinger anunció que el primer acto ya había sido actuado. Los militares están asesorados. De hecho parte de la oposición egipcia está asesorada por la CIA. Ya no es la CIA directamente la que asesora a los opositores a los regímenes que tarde o temprano caerán. Actualmente hay otras entidades humanitarias, como Freedom House, quienes se encargan de cooptar y formar opositores fieles al régimen. Apoyan al dictador, pero por las dudas, se aseguran de tener cooptado el posible recambio. No sabemos qué cosas les ofrecen a estos eventuales opositores, los primeros que al llegar al poder se asegurarán de que todo siga como está.
En las reuniones callejeras, en las discusiones que se entablan, existen núcleos organizados, financiados, respaldados, que quieren llevar el agua de la revolución al molino del statu quo. Luego de este gobierno militar, con casi total seguridad vendrá un consejo de sabios, o de personalidades para que, cuando se calmen las aguas y se estrangule a la revolución, se llame a elecciones. Acaso estén catapultando al premio Nobel de la Paz egipcio. Vaya uno a saber. El “héroe” ejecutivo de Google, apenas recobró la libertad mandó este mensaje “Mañana, todos a trabajar”. Parece que esta idea de aquietar las aguas también fue una macana. La gente volviendo al trabajo encontró un lugar de reunión, un problema a resolver, y allí donde las fuerzas alcanzaron sacaron a los anteriores directivos y autogestionaron sus lugares de trabajo.
En tanto desde arriba se trata de articular una propuesta (manteniendo siempre el terror) que constantemente se choca con la creatividad popular, desde abajo se discute, se divide, se intenta establecer un orden y mantener el respeto a la lista de oradores en asambleas cargadas de electricidad. Los militantes sociales se desesperan viendo que sólo un soplido bastaría para barrer al antiguo poder, pero la gente aún no sabe que el poder se sostiene en una ilusión.

La utopía de la democracia

Un conjunto de eminencias académicas repiten en tanto cabecean sesudamente y se acicalan las plumas, que los pueblos árabes no están prontos para la democracia. Uno se pregunta si seguimos prontos para soportar a estas eminencias. Nos advierten, enarcando las cejas, que la democracia podría generar el entronizamiento de los fundamentalistas. Nos asustan con los fundamentalistas de igual manera que Mubarak y Ben Alí agitaban el miedo del fundamentalismo ante sus poblaciones. Cuando niños nos asustaban con el Cuco. Viejo método. Los pueblos árabes creen en Alá, al menos un buen porcentaje de ellos, pero para nada creen en los fundamentalistas ni en que el fundamentalismo sea bueno para ellos. Apenas calló Ben Alí, el primer tunecino que dijo “Alá” en la plaza donde se festejaba, fue acallado con silbidos por la multitud. Resulta que no sólo no soportan a los fundamentalistas, sino que los fundamentalistas cometieron el error de plegarse tarde a la revolución, cuando el pescado ya estaba vendido. Es como si el pueblo árabe estuviera viviendo el Renacimiento y la Revolución Francesa todo junto. Y no sabemos aún si no está viviendo algo más. La particularidad es que se sacan todas estás ataduras de arriba en un momento de globalización de la información, en pleno Internet, cuando saben por los turistas qué cosas suceden en América y Europa, cuando se comunican por facebook con todo el mundo. Son sociedades que viven una fuerte explosión demográfica, la media de la población en el mundo árabe es 25 años, un hecho particularmente determinante de esta revolución. Están llenos de jóvenes hartos de que les extirpen los clítoris y antes de lapidarlos les quemen los ojos con ácido. Es tan probable el fundamentalismo en Egipto y Túnez como la posibilidad de que el Papa se convierta en el líder peludo del Rock and Roll. Ningún reclamo de nadie que ha participado en estas revoluciones ha planteado algo parecido. Precisamente todos y cada uno de los testimonios dicen todo lo contrario. Plantean un Estado laico. Eso no quiere decir que no haya fundamentalistas y que si USA no tiene más remedio, en última instancia les daría todo su apoyo con tal de frustrar la revolución. Pero la creencia de que triunfe esta vía sólo anida en el temor de la población de Occidente que cree a pies juntillas el parloteo de sus loros encopetados. Si tienen que elegir entre un poder que te extirpa parte del cuerpo y otro poder donde te deja vivir entero, los pueblos árabes ya tomaron una decisión al respecto, y si antes no se manifestaron multitudinariamente contra ese poder es porque no se habían reunido las condiciones que ahora se reúnen.
“Bien”, dicen los loros: “no triunfarán los fundamentalistas, pero ¿qué chances tienen de vivir democráticamente cuando han vivido siglos sojuzgados?”. Es considerablemente llamativo que un razonamiento propio de un mongoloide deformado de una rama disminuida de australopithecus afarensis pueda tener el recibo académico que tiene. La Academia nunca termina de sorprendernos con su imaginación rutinaria. La democracia árabe tiene la misma chance de triunfar que la democracia francesa durante su revolución, luego de siglos de Antiguo Régimen, y exactamente la misma chance de triunfar que la democracia que nació con la revolución norteamericana luego de siglos de dominio colonial, y la misma chance que la democracia soviética luego de siglos de zarismo. La democracia no es nada imposible. Lo que parece imposible es que un rey nos haga creer que es hijo de dios o heredero de Mahoma, nos sojuzgue y nos arranque el clítoris, nos corte las manos y el pene y nos queme los ojos con ácido. No sólo los árabes tienen las mismas chances que los rusos, norteamericanos y franceses en su hora, sino que tienen a su disposición todos los adelantos tecnológicos del capitalismo, y su impresionante capacidad de producción de riquezas, y tienen además toda la historia de la humanidad y sus democracias a disposición. Las democracias, en realidad los pocos momentos de democracia de la historia de la humanidad llamada civilizada, se vivieron en situaciones revolucionarias: la democracia francesa, desde el 89 hasta Napoleón, la democracia norteamericana que generó a Jefferson, y el alud democrático que significó la democracia soviética en tanto hubo democracia soviética. Así nacen las democracias. Luchando contra dictaduras. Con gente que sale a la calle. Con mujeres que salen a la calle o se reúnen en las casas y preparan los alimentos para llevar a los manifestantes y a los militantes de los comités de defensa de la revolución. Con asambleas. Con creación de sindicatos y nuevos frentes y partidos. Con debates entre republicanos, marxistas, anarquistas, espontaneístas, fundamentalistas, nasseristas e infiltrados de la CIA.
La democracia triunfará en todo el mundo árabe y luego triunfará en China pues esas dictaduras ya no se pueden sostener. Lo que no sabemos es si estas democracias sólo llegarán a conquistar la necesaria libertad de expresión, o si seguirán avanzando hacia una democracia con justicia social que de alguna manera ponga un freno a la ola neoliberal que pone en riesgo al planeta.

La fuerza del destino

Los musulmanes creen en la fuerza del sino. El destino de cada uno de nosotros está escrito en el libro de Alá. Ahora todo el mundo árabe piensa que en el libro del destino está escrita la caída de todos estos regímenes: desde Túnez hasta Irán.
En países donde la afluencia de petróleo es mayor y donde se aseguró cierto tipo de reparto para contentar a unos cuantos, como Arabia Saudita, los cambios serán más leves. El primer triunfo de la revolución tunecina fue obligar a cambios inmediatos en todo el mundo árabe. Los atorrantes que habían olvidado llamar a elecciones recordaron su obligación. Destituyeron planas enteras de ministros. Hicieron algunas concesiones. Lejos de tranquilizar a sus poblaciones estas medidas fueron tomadas como una muestra de debilidad. El mundo árabe despierta y a todos nos ha sorprendido el coraje con que enfrentan las balas de la policía egipcia, iraní o libia. La revolución triunfará en Libia y se extenderá a Marruecos, Argelia y Bahrein, pues día a día es mayor el número de manifestantes y con la caída de un nuevo régimen se acentúa el efecto contagio.
La interrelación de la economía mundial es tal que las revoluciones árabes ya generaron las bases de nuevas protestas en el mundo. Inmediatamente subieron los precios de los alimentos ante el desesperado esfuerzo de estoquearse por parte de los dirigentes árabes. El precio del petróleo viene subiendo a diario. Entre las claves del conflicto está el control del canal de Suez, por donde pasa el 8 % del comercio marítimo mundial, y por donde pasan los portaaviones que USA distribuye en toda esa zona candente. Israel está más pendiente que nadie en todo este proceso pues para mantenerse ha elaborado una compleja red de alianzas y no tiene claro qué sucederá con estos nuevos gobiernos. Una cosa es segura: los fundamentalistas no tienen fuerza, pero los manifestantes reclaman el respaldo árabe a los palestinos. Una irrupción democrática en el mundo árabe llevará inevitablemente a un nuevo acuerdo entre Israel y los palestinos, un nuevo acuerdo que no sea tan perjudicial para éstos, no sólo por lo que a Israel se refiere, sino también por el constante perjuicio que han sufrido los palestinos de sus eventuales hermanos árabes. Respaldar dictaduras asesinas en el extranjero por el bien de mi democracia interna no puede dar buenos resultados a largo plazo. Estas revoluciones acaso alienten a la izquierda israelí, izquierda que siempre ha sido perjudicada por la derecha árabe. En realidad la derecha árabe e israelí son aliadas. Tienen un acuerdo, tácito o no. Sólo pueden sobrevivir estas derechas en tanto exista amenaza de guerra. Viven de eso, se sostienen de eso y venden armas. El triunfo de la democracia árabe en un inicio presionará por nuevos equilibrios en aquel conflicto y a la larga será lo más saludable para la vida en Medio Oriente y acaso sea el principio para la creación de un polo en Medio Oriente, el GRAN TEMOR de USA y la UE, interesadas en avivar el conflicto. Para que esto llegue a buen puerto ayudaría que las declaraciones del Estado de Israel cambiaran, pero no es de interés del actual poder en el Estado de Israel cambiarlas. Este es un punto delicadísimo. Recientes declaraciones indican que otro efecto de los levantamientos árabes fue aproximar a Hamás a la paz con Israel.
Los oligopolios que establecieron los altos precios de los alimentos han sido inmediatamente favorecidos por estas revoluciones. Los alimentos subieron. Ganarán billones. Se tienen fe de que la cosa se encausará, que los nuevos gobernantes liberales, con consejos de sabios de por medio y elecciones a la europea, ordenen la casa, pidan préstamos para levantar a sus países, consuman alimentos, y aquí no ha pasado nada. Sin embargo se sigue espoleando la tierra, se la llena de venenos, se le quita el petróleo de sus arterias. Tenemos un terremoto en Nueva Zelanda, tsunamis donde la industria camaronera extirpó los manglares y arrecifes de coral que eran su freno natural. La mitad del trigo que Egipto tenía de reserva aparentemente fue devorado por insectos como si fueran azotados por una plaga bíblica. La producción de alimentos crece, pero la población mundial también crece. Los granos actuales (genéticamente intervenidos) dan más productos que los granos del pasado (genéticamente conducidos). Los campesinos los incorporan para enterarse luego que tendrán que pagar patentes para su replantación, amén de que sólo lograrán la mentada productividad si utilizan los abonos y agrotóxicos que venden los vendedores de granos. El antiguo cuidado de semillas, el control de su propia producción, se ha ido al diablo al adoptar esta plaga que impone el monopolio. Comemos basura química. Los tomates y las manzanas no tienen gusto a nada. Las frutillas están más llenas de veneno que de frutilla y se extienden los cánceres de colon y todo tipo de cánceres en tanto llenamos nuestro cuerpo a un ritmo inusitado de químicos. Las actuales pestes que atacan la producción han sobrevivido a los agrotóxicos y cada vez generamos pestes más potentes. Como si esto fuera poco los vendedores de medicamentos reciben las muestras de gripe que les aporta la OMS y largan una nueva gripe al mercado para luego vender el medicamento que la cura.
En tanto el capitalismo se desarrolla explotando y envenenando a la tierra y su gente la mirada del mundo se tiende lentamente hacia los árabes. El pueblo árabe (y el indio y el persa y el hebreo) en miles de años nos dieron el más hermoso libro de la historia de la literatura: Las Mil y Una Noches. Es un pueblo al que le gusta hablar. Es un oficio el de contador de cuentos en el mundo árabe, y esa agua de los cuentos que leemos viene clarificada por miles de piedras desde miles de años. Las Mil y Una Noches comienzan con un califa, que tras descubrir que su mujer lo engaña, y que todas las mujeres son unas perras, decide casarse con una por noche, y ejecutarla a la mañana. Mas la hija del visir, Schahrasad, se casa con él, y antes de ser ejecutada le hace un cuento que deja inconcluso, hasta la siguiente noche, donde lo anudará con otro más bello aún, y así todas las noches por mil y una noches, que es una forma de decir hasta el infinito. Ella logra, con la fuerza de sus palabras, la curación del Califa y la libertad del pueblo árabe.
En tanto el capitalismo se desarrolla explotando y envenenando a la tierra y su gente la mirada del mundo se tiende lentamente hacia los árabes, esperando la noche para que, cuando la luna trepe al cielo, Schahrasad retome el hilo de su historia con palabras embriagadoras.




Marcelo Marchese


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