LOS PRETENDIENTES SON LAMEDORES DE AUSENCIAS
- Todavía calentita meto mis dedos en la paja y me duelen los ojos.
- Siento dos monedas chiquitas a punto de espiar por las pestañas.
- Mi molestia no la vuela ningún viento ni ninguna tranquilidad.
- He vivido en las copas de lo árboles desde que era una hija con la boca seca.
- Siempre supe que el desorden no me daría miedo.
Seis
capuchas con relieve
golpean
sus cubiertos erectos.
Voy
cayendo en mi haber
como
un impuesto recién decretado.
Mano
por las canaletas de sus premolares.
En
ese sentido los hago míos.
Sacando
polvo
como
un impuesto nuevo
voy
cayendo en mi haber inexplicable.
Los
cubiertos golpean
en
ese sentido los hago míos.
Están
erectos
seis
capuchas toman cuerpo
por
las canaletas de las muelas.
¿Quién
diría tus insultos gruesos,
empotrados
en la oquedad del aceite
y
la constipación de la harina?
Cuando
la madre de una niña vuelve a hacer el amor se apartan las canillas
del pueblo.
¿A
dónde fue a para la sangre de mis manos?
¿Las
colchas recién salidas de un capuchón?
O
la huida del odio en la ceniza nadadora
En
las copas de los árboles he encontrado lechos
En
las copas de los árboles he visto la cautela de los hombres
construir
una honda y ancha memoria,
una
honda y ancha memoria,
una
honda y ancha,
memoria.
a
Ernesto Carrión
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