Cuando esté muerto, de Nelson Traba
Cuando
esté muerto me extrañaré. No sabré a quién
pedirle
prestada la piel ni a quien reflejar en el espejo.
Cuando
esté muerto me extrañaré, o sea, sentiré
nostalgia
de mí.
Volveré
a sentirme perdido en cualquier casa y sin
tener
con quién discutir a la hora de la cena.
No
hay palabra que valga su peso en oro, la palabra
pesa
por la virginidad de quien la dice y quien la
escucha.
En
este arte de combinar los sonidos, los silencios, los
ritmos
y la célula rítmica. Con las manos marcando la
intensidad
cuando escribo este texto —fuera de
contexto—
con
el frenesí de un pianoforte.
Cuando
esté muerto no resucitaré ni al tercer ni al
cuarto
día
un
enjambre de gusanos conectarán las encimas de mi
hígado
y mis riñones
estoy
hablando de la putrefacción de la carne.
El
cuerpo se pudre de adentro hacia afuera.
Desde
nuestros intestinos.
¿Qué
hay dentro de este toro caprichoso y de estas
sesenta
y cuatro pirámides o tetraedros? ¿Quién
sostiene
la Cábala y su árbol de la vida? ¿Quién al I
Ching
y sus sesenta y cuatro hexagramas? ¿Quién
pregunta
por los sesenta y cuatro cordones del ácido
desoxirribonucleico
humano? ¿Qué hay
dentro
una célula diploide que no esté contenida en
una
haploide? Óvulos y espermatozoides haploides
juntándose
para crear una célula diploide. ¿Qué hay
dentro
de las narices entre el vello púbico de nuestra
madre?
Cuando
esté muerto me extrañaré, o sea, sentiré
nostalgia
de mí.
ni
responderme estas preguntas.
Cuando
esté muerto robaré los coágulos de quien
agoniza,
lameré por lamer lo que una vez evité,
el
doblez de las camisas, la marca de sangre en el
puñal,
los proyectiles escupiendo laberintos. Cuando
ya
no logre sostener el aire en los alvéolos, cuando el
recuerdo
sea solo otra categoría y un fracturado
hueso
me cobre por los excesos.
No
reclamaré el sol ni el destino de las lombrices.
Pediré
un mapa para reconocer, entre todas las
arterias,
el vaso capilar que irriga el espacio entre el
ombligo
y la ingle y nadie reclamará la tristeza ante mi
muerte.
Ahora
hay aire a la altura de los abanicos. Enciendes la
vela
con la carga de tus pesares cuando ningún viento
siente
la intensidad de la llama. Entonces encenderé
los
laberintos como quien intenta describir los tres
esfuerzos
primordiales: ser engendrado, nacer, vivir.
Asteroide,
meteorito, tierra. Cuando esté muerto me
extrañaré,
o sea, sentiré nostalgia de mí.
Cuando esté muerto de Nelson Traba, Editorial Mental. Se consigue en Moebius Libros (Pérez Castellanos 1432 esq. 25 de Mayo) o contactándose con nuestra editorial.
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