El papel de la casa y la pérdida de memoria en los hombres perro
Maharishi: quiero una familia de nodos que se conecten, un azar dinámico por donde abrir sendas camufladas. El viajero todavía ignora la nomadía. Aún pionero se lo reconoce cruzando el valle de la tranquilidad con su bandera, que es su efigie. Una familia de colonas capaces de escribir el año cero dejarán su huella colgada en la argolla, y este será su portal. Un puerto de aire donde el equilibrio da paso a la infinitud. El viento trazará un camino de savia que la tierra irá bifurcando. Entonces vendrá la comunión. Las rodillas flexionadas darán un salto, el cuerpo danzará en los filos de su argolla, los iniciados dirán: "Salve, Reina."
Maharishi: estoy en los confines del mundo que no conozco, solo veo caminos, más son tantos y diversos que siento existe uno solo. Amo de la tranquilidad. Amo de la guerra. Hijo hermano cazador: las tierras frías donde el amor se ha enlutado. Porque esto ha sido el cuerpo para mi: un cáliz cogollo de lava. Un asir desamparado a la necesidad del nombre.
Maharishi: te derrumbarás por un sueño que
vendrá del otro lado y cuando puedas parir será tu luz un olvido
que se lleva las cosas. Oír desde la perspectiva. Conocerás por
olvido. El árbol te dice soy por última vez. El árbol encima del
caballo musculatura. Los caballos recuerdan su irresistible belleza
provoca el odio de los hombres perro.
También las vacas saben de mi. Me
sonríen, mueven la cola y mugen. Las vacas me miran, me cuestionan y
yo no sé qué decir. Hijo hermano cazador se apresura y mete un
fruto en mi oreja. Una lengua germina. Me hago un collar de
pieles e intercedo entre las cuevas. Una alucinación de nidos y
chozas, de madrigueras, una alucinación del pantano.
Hijo hermano cazador entregó su ojo
como enmienda. Va por el monte buscando presas. Mata para conocer.
Cuando atraviesa la cabeza de los ciervos se postra ante ellos y
llora, porque les dispara con la esperanza de que sean inmortales.
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