La vida del libro
De
las costumbres que nos han forjado, el libro.
De
los torrentes calcinos por donde baja acuífero
alguien
blindó su coraza, alguien venció la condena de ese recuerdo.
El
tiempo es una pena. La vida una explosión. El libro está vivo.
Las
impresiones son el esmalte del árbol, quien por medio del papel, nos
hace escribir.
La
muerte del árbol para crear el fuego y bailar.
Con
esos mismos maderos de punta quemada escribo mi libro.
Mi
libro también es de papel.
Árbol
sobre Árbol es mi libro.
Y
escribo sobre la corteza nadando en su pulpa desorbitada.
Su
cuerpo huele mal, es una carnada y la ofrenda que es su vida,
voluntad maestra del libro.
Árbol
sobre árbol el sonido de sus huesos inyectado en los dinteles. Cada
puerta posibilita olvidar una porción de tiempo. Adentro, en sus
pasillos donde roe un pájaro el temblor lombrices migrando dulzura
pero la tierra respira por sus legajos.
Va
brotando por los túneles.
Va
brotando una madriguera sin ojos para que exista el conejo
hambriento. Dador de la fascinación, norma alterada de una
enfermedad a la vista.
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