CÓDIGO F


Cuando volvía de casa de Diego de Ávila intenté no caerme en el miedo de los tumbos, los golpazos de las vías enterradas que sobresalen en la epidermis del asfalto. Son pústulas o peor que eso, granos, puntos negros, espinillas, impurezas. Tenía miedo que me robaran lo que era mío y logré con tanto esfuerzo cada día de mi vida. Pero igual seguí. Llegué a la peatonal Sarandí y respiré, larga y profundamente. Antes de salir presté atención a los tímidos vendedores de libros que se despedían en plaza Constitución y saludaban a la puerta de la Ciudadela. En la primera página estaba señalado su precio de cien pesos. En la tercera POEMAS. En la quinta Nazim Hikmet, Poemas 1928-1950. En la séptima una introducción de Tristan Tzara que comenzaba así: "Si es acertado ver en Nazim un poeta que, de lo particular, ha sabido elevar su concepción del mundo a un nivel superior, no es menos cierto que la emoción que trasciende su obra, se debe a la calidad de sus sentimientos, enteramente proyectado sobre el amor a la vida. Su experiencia personal resume la experiencia de una buena parte de la humanidad, de esa humanidad que, vuelta hacia un porvenir radioso, no tiene necesidad de conocer al detalle la historia y la geografía de Turquía para comprender hasta qué punto la esclavitud del pueblo turco está ligada a la quiebra de un sistema social y de una civilización ya caducos."

- ¿Tengo sesenta, me lo puede vender igual?

- No mijo, por lo menos ochenta.
Trabajé con la pobreza de la estipulación y busqué la plata que no había para volver a ofertar:
-Sesenta mostro, solo por hoy...
-Dale, llevalo, pero solo por hoy...

Al abrir el libro dí con un texto llamado TARANTA-BABÚ (fragmentos), el texto comenzaba así:

"Hace algunos días, recibí una carta y un paquete de un camarada italiano que, no pudiendo usar su lengua materna como él quisiera, en su país, se ha interesado por las lenguas asiáticas y africanas. No quiero dar su nombre porque eso lo comprometería. Pero a continuación reproduzco textualmente su carta:

Roma, 5 de agosto de 1935
Hermano:
Tú no conoces Roma sino a través de las postales y de las fotografías que hay en los libros de geografía y de historia: portadas de tres arcos, cuyas piedras tienen bajorrelieves relativos a los Césares y a las legiones; el Coliseo, que se parece a una criba cuyos bordes hubieran sido completamente roídos por las ratas; la plaza San Pedro y sus palomas; el Palacio de Venecia, en cuyo balcón, con su ancha boca abierta, la mano derecha en la cintura y la izquierda levantada, está Mussolini, tal como en los afiches.
Pero hay otra Roma, otra Roma que en nada se parece a la de las postales, de la que no se toman fotografías ni nunca se venden postales. Esta segunda Roma se llama: Cartieri Populari (barrios populares), cuyas casas recuerdan la desesperación de un desocupado italiano que no ha podido emigrar a América. La oscuridad de estos lugares hiede a sudor, es pegajosa y pesada. Estos barrios, que no alcanzan a ver la luz ni siquiera en las postales en colores, menos podrían llegar hasta los libros de geografía ni a las colecciones de los turistas apasionados por las bellas obras históricas.
El gran idealista señor Mussolini, que casó a su hija con el conde Ciano, el joven más rico y más despreocupado de Italia, que vive en la Villa Torlonia, obsequio del príncipe Torlonia, definiendo el fascismo, en el capítulo F de la Enciclopedia Italiana, nos dice: "El fascista desprecia la vida cómoda... No cree en la existencia de la dichas sobre la tierra."
Esta doctrina del fascismo, que consiste "en despreciar la vida fácil y no buscar la dicha sobre la tierra", ha sido realizada con una seriedad y una sinceridad sorprendentes en esos cartieri populari.
El Duce Benito Mussolini, amigo íntimo del polaco Toplitz, director de la Banca Comercial Italiana y, al mismo tiempo, César de las finanzas italianas, definiendo el fascismo en el capítulo F dice, además: "Para el fascismo, todo está contenido en la noción del Estado. Fuera de éste, no puede existir nada espiritual ni humano. Todo carece de valor fuera del Estado."
Para entender el sistema mediante el cual se realiza esta profunda y amplia concepción fascista, no hay que ir a ver la gente reunida en los salones del Hotel Bertolino Splendid, iluminados por una luz que eclipsaría los soles italianos, sino descender a los cartieri populari.
En efecto: en su mayor parte, los habitantes de estos barrios han sido incorporados al Estado con gran energía, encerrándolos ya sea en las prisiones, sea en los puestos policiales, sea en las oficinas de percepción de impuestos. Así es como se les hace comprender, en la teoría y en la práctica, que todo carece de valor fuera del Estado...
El gran libertador italiano, que ha honrado a la Enciclopedia Italiana definiendo al fascismo en la letra F, probándonos así, una vez más, que las grandes enciclopedias son verdaderamente obras imparciales que contienen el conocimiento humano, dice todavía: "Según el fascismo, la vida es seria, ética y religiosa".
Esto es cierto, tan cierto que, no solamente en los barrios populares de Roma sino en todos los barrios populares de todas las ciudades y poblaciones italianas, miles de prostitutas hambrientas llevan una vida divina y religiosa, conforme a la doctrina fascista.
Pero yo te puedo afirmar que, en su gran mayoría, los habitantes de los cartieri populari, desgraciadamente, están lejos de comprender el sentido de las definiciones contenidas en la Enciclopedia e interpretan el fascismo de una manera quizás mucho menos seria, menos ética y menos religiosa:
"Bajo la influencia de ciertas condiciones dadas, el asalto burgués e imperialista reaccionario toma la forma del fascismo. El fascismo es la dictadura terrorista de los elementos más imperialistas, más reaccionarios y más chauvinistas del capital financiero. Las principales condiciones históricas que han dado nacimiento al fascismo son:
"La incertidumbre que reina en las relaciones capitalistas; el número, siempre creciente, de los elementos sociales desclasados; la caída en la miseria de las pequeñas burguesías urbanas y rurales y de una inmensa muchedumbre de intelecutales; en fin, la inquietud provocada por los avances del proletariado."
Hace dos semanas, llamé a la puerta de una de esas casas leprosas del cartieri Garbattala, uno de esos cartieri populari que dan una definición bastante árida y muy poco poética del fascismo.
Era una de esas casas donde se alquilan piezas amuebladas a estudiantes pobres, a sabios y artistas que no alcanzan a comprender la grandeza del fascismo, y, en fin, a obreros solteros. Pedía a la encargada una pieza en alquiler y me hizo subir hasta el segundo piso, mostrándome una habitación que no me pareció mala. Alquilar piezas es como alquilar ropa: en ambos casos, lo primero que se me ocurre es saber quién las uso antes que yo, quien las habitó antes que yo.
Me senté al borde de la cama:
-¿Quién vivió en esta pieza antes que yo? -le pregunté a la encargada.
La buena mujer experimentó primeramente un estremecimiento como si le hubiesen pinchado el muslo con una aguja. Luego fijó en mí sus ojos inquietos y contestó:
-Me parece que usted no se ha informado: lo llevaron preso hace dos días."

Comentarios

laveron ha dicho que…
"El fascismo es la dictadura terrorista de los elementos más imperialistas, más reaccionarios y más chauvinistas del capital financiero."

con dos o tres permutaciones usted dio con el archivo Dimitrov.
Escuela intermedia de la UJC, año 1986...

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